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Apellidos y Migraciones internas en la

España cristiana de la Reconquista

 

Fernando González del Campo Román

 

ÍNDICE

I. Población anterior a la Reconquista

1. Paleolítico

2. Del Neolítico a los iberos                

3. Fenicios y celtas

4. Cartagineses y griegos

5. Romanos

6. Pueblos germánicos

7. Musulmanes (actualizado el 1-II-2004)

II. RECONQUISTA (actualizados muchos obispados el 8-IV-2004)

1. Predominio islámico (711-1034)

a. Primeros núcleos de resistencia cristiana (722-855). Nacimiento del apellido patronímico

     1) Reino de Asturias

     2) Marca Hispánica (Cataluña)

     3) Navarra, Aragón, Ribagorza y Pallars (actualizado el patronímico el 8-IV-2004)

     4) Condado de Castilla

b. Nuevas conquistas y repoblaciones (856-1035). Documentación de otros tipos de apellidos

     1) Predominio de la repoblación espontánea. De la reconstrucción de León a la aceifa contra Santiago (856-997)

     2) Repoblación organizada. Primer tercio del siglo XI

2. Equilibrio entre musulmanes y cristianos (1035-1212)

a. De la división del Califato de Córdoba a la conquista de Graus (Huesca) (1031-1084)

b. De la toma de Toledo a la resistencia almorávide (1085-1117)

c. De la caída de Zaragoza a la conquista de Lérida (1118-1149)

d. Conquistas bajo la presión almohade (1157-1211). Extensión del uso hereditario del apellido entre los nobles

3. Predominio cristiano (1212-1492). Se va haciendo hereditario el uso del apellido en toda la sociedad

a. De la batalla de las Navas a la reconquista del Guadalquivir (1212-1262)

    1) De las Navas a la rendición de Valencia (1212-1238)

    2) De la anexión de Murcia a la conquista de Cádiz (1243-1262)

b. De la estabilización de la frontera a la toma de Granada (1263-1492)

    1) De la repoblación de Cádiz a la anexión de Sicilia (1262-1397)

    2) De la conquista de las Canarias a la rendición de Granada (1402-1492) (actualizado el 14-II-2004)

Conclusión (actualizado el 14-II-2004)

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

Repoblación

Repartimientos

Apellidos españoles

ILUSTRACIONES ampliables

El Reino de Asturias (739-913)

España, entre 1157 y 1212

Conquista de Andalucía, entre 1230 y 1344

 

 

 

 


Apellidos y Migraciones internas en la

España cristiana de la Reconquista

 

Fernando González del Campo Román

 

 

Raro es el hombre que en algún momento de la vida no se interesa por sus orígenes: quiénes eran sus bisabuelos, a qué se dedicaban, de dónde eran... Cuando este interés se lleva más allá de unas pocas generaciones empieza a crecer un frondoso árbol que, a menudo, nos saca de nuestra comarca para extenderse por las vecinas, otras provincias, y aun países y continentes distintos. Sin salir empero de España, al principio quería resumir y ejemplificar el movimiento de los apellidos hispanos desde la Edad Moderna hasta nuestros días, para ofrecer un compendio que ayudase a entender mejor genealogías concretas. Sin embargo, pronto me di cuenta de que, para poder hacerlo, antes debía sintetizar e ilustrar el proceso que los llevó a difundirse por la geografía hispana durante la Edad Media. Y eso es lo que voy a hacer[1]. No obstante, antes aludiré también, con mayor brevedad, al sustrato poblacional previo a la Reconquista.

I. Población anterior a la Reconquista

1. Paleolítico

Con un poco de suerte, consultando los archivos civiles y eclesiásticos, los españoles pueden remontar su genealogía, en muchas de sus ramas, hasta el siglo XVI. Y en el caso de familias nobles, a veces hasta la Baja Edad Media. Más allá de esta época, los orígenes de casi todos los hispanos se funden con los diversos pueblos que han poblado la Península Ibérica desde la más remota antigüedad. Desde el inicio del Paleolítico Superior (unos 35.000 años a.C.), grupos de Homo Sapiens Sapiens –el hombre actual– empezaron a entrar en España desde Europa y África. Como en el resto de Europa, esta especie humana –el llamado Hombre de Cro-Magnon– acabó sustituyendo del todo en la Península a otra especie preexistente: el Homo Sapiens Neanderthalensis, que vivió en España entre el 100.000 a.C. y el 30.000 a.C. aproximadamente.

De alguna de las lenguas preindoeuropeas de esos Sapiens Sapiens, extendidas hacia el norte de Europa desde finales de la última glaciación (10.000 a.C.), proceden probablemente el vasco –una de las escasísimas lenguas aglutinantes del Viejo Continente– y sus apellidos (Aguirre, Ochoa [el lobo], tal vez Velasco y García...[2]).

2. Del Neolítico a los iberos

Unos mil años después, hacia el 9.000 a.C., el desarrollo de la agricultura y la ganadería en el Oriente Próximo –proceso conocido como Neolítico– causó un aumento demográfico que supuso la inmigración a Europa de nuevos grupos tribales que, tras colonizar el este y el centro de la costa norte del Mar Mediterráneo, empezaron a entrar en el Levante español hacia el 4.500 a.C. Los iberos (ss. VII-I a.C.) que los romanos encontraron en España serían descendientes suyos, y a la evolución de sus nombres, a veces a través del latín, hemos de atribuir algún apellido, como Urraca (antiguo antropónimo), Conejo, tal vez Pacheco…

3. Fenicios y celtas

Mejor conocida es la colonización marítima de los fenicios, un pueblo semita occidental que, a partir de finales del II milenio a.C., estableció factorías en puntos costeros del sur y del este peninsulares (Cádiz, población y apellido, procede del púnico gadir, ciudad fortificada). En la misma época, más o menos desde el año 1100 a.C., tribus indoeuropeas celtas, con armas de hierro, empezaron a cruzar los Montes Pirineos procedentes de Centroeuropa y se asentaron progresivamente en zonas de Cataluña, del Valle del Ebro, de la Submeseta Norte y de Galicia.

De la voz precéltica *carn, piedra, proceden, por ejemplo, la villa y el apellido coruñeses Carnota[3].

4. Cartagineses y griegos

Heredera de la colonización fenicia, a mediados del siglo VII a.C. empieza la cartaginesa (Túnez) en el litoral del sur y del este ibéricos (Cartagena es heredera de la Cart-Hadaschat fundada por Asdrúbal en el siglo III a.C.). Y poco después, desde finales de ese siglo y siguiendo a los barcos púnicos, compite con ella la de otro pueblo de origen indoeuropeo: los griegos (su factoría Rhode, en la costa gerundense, perdura en la villa y apellido Roses).

5. Romanos

Nuevos indoeuropeos, romanos en este caso –latinos–, comienzan la conquista (218 a.C.) y colonización de Hispania a fines del siglo III a.C. Dos siglos después, toda ella, salvo el País Vasco y algunos reductos de astures y cántabros en el norte, son del Imperio Romano.

Dado que el latín es la base de los romances peninsulares, los apellidos que de él proceden, en todo o en parte, son numerosísimos: López (hijo de Lope = lobo), Romero, Torres… Y son bastantes los nombres de origen romano que hoy existen como apellido: Antón –tal vez de origen etrusco (latín Antonius)–, Julián (lat. Iulianus, de Iulius), Sixto (lat. Sixtus, de sextus), Valentín (lat. Valentinus, de Valentius)...

6. Pueblos germánicos

Sin embargo, a principios del siglo V, empujados por los hunos se adentraron por el este en España pueblos germánicos (409 d.C.): los suevos, los alanos –probablemente indoiranios– y los vándalos. Dos años después, empiezan a entrar también los visigodos (godos del oeste) que, aliados con Roma, vencen a los suevos y aniquilan prácticamente a los alanos; y el 429 los vándalos abandonan la Península y se asientan en el norte de África. No obstante, los suevos consiguieron formar un reino en Galicia y el norte de Portugal que subsistió hasta su derrota por los godos el 585 (cf. el topónimo y apellido coruñés Suevos[4]). Por su parte, los visigodos fundaron otro reino, independiente de Roma desde el 475, que abarcaba casi todo el resto de Hispania y parte de la Galia, exceptuados principalmente zonas del sur y sudeste y las Islas Baleares, en poder del Imperio Bizantino hasta el primer tercio del siglo VII, y algunos territorios del norte (astures, cántabros y vascones), mal dominados.

A los godos debemos apellidos de origen germánico tan conocidos como Fernández (de Fredenand), González (de Gundisalf), Rodríguez (de Hrodric)...[5]

7. Musulmanes

Trescientos años después de la entrada de los godos en la Península Ibérica, a principios del siglo VIII, empieza una nueva invasión, desde el norte de África, que acaba con la monarquía germánica: los musulmanes árabes y moros (o bereberes) conquistan el reino entre el 711 y el 725 (caída de Nimes en Lenguadoc), y establecen asentamientos hasta la altura de Lugo, Astorga, León, Amaya (Burgos), la Bureba y el Alto Ebro. El 740 cruzan también el Estrecho de Gibraltar tropas sirias, que se asientan básicamente en Andalucía (nombre que deriva precisamente del que los moros dieron a España: Alandalús, en probable relación con la Atlántida).

Dada la gran influencia del árabe en el léxico y la toponimia hispanos, son muchos los apellidos españoles de origen arábigo, normalmente a través del dialecto andalusí: Alcalá (al-qalácat, el castillo), Alcalde (al-qadi, el juez), Jara (ishacra, ídem), Rabal (arrabad, arrabal)... También hay algunos apellidos de origen árabe, sobre todo en el Levante español, que al parecer proceden en su mayoría de moriscos: Maimó, Bennassar, Bolufer… Aunque hay que decir que algunos musulmanes usaban nombres o apellidos romances o romanzados.

II. RECONQUISTA

En el desarrollo del tema que nos ocupa, vamos a seguir, cronológicamente, la división tradicional de la historia medieval de España en tres grandes etapas: una de predominio islámico (711-1034), otra de equilibrio entre musulmanes y cristianos (1035-1211), y una tercera de predominio cristiano (1212-1492)[6].

1. Predominio islámico (711-1034)

a. Primeros núcleos de resistencia cristiana (722-855). Nacimiento del apellido patronímico

Con la batalla de Covadonga (Cangas de Onís, Asturias), el 722 empieza en el norte de la Península, al amparo de la Cordillera Cantábrica, una larga reconquista y repoblación cristianas de ocho siglos de duración (722-1492), que constituye la base principal de la actual España.

Conforme avanzan las fronteras, se extienden hacia el sur la antroponimia y la apellidación de los reinos cristianos, y nacen nuevos apellidos inspirados en la toponimia de las zonas conquistadas: León, Castilla, La Rioja, la Ribera navarra, el Somontano de Huesca, Cataluña…

1) Reino de Asturias

El Reino de Asturias, entre el 739 y el 913Entre el 735 y el 754, el reino asturiano, organizado por algunos nobles hispanogodos, se extiende a Cantabria, parte de Galicia y el norte de la provincia de Burgos –Bardulia (núcleo de la futura Castilla) y la Bureba–, y a Álava en el 767. Muchos habitantes de la Submeseta Norte de la Península y de las tierras lusas al norte del río Tajo acuden para poblar el septentrión de Galicia (Lugo, cuyo obispado se restaura por primera vez el 785), Asturias, Cantabria, el norte de Burgos (Valle de Mena) y Álava, por el método de la presura (apropiación libre de tierras).

El nombre de uno de los primeros reyes de Asturias, Alfonso I (739-757), se hará con el tiempo uno de los más populares (Alonso, del visigodo Athalfuns).

En un documento en latín del 745 –rehecho en el siglo XII–, en que Aloitus y su mujer Icka fundan en «Villa Marci» la iglesia de Santa Columba (Lugo), firman entre los confirmantes: Eita, Froila, Gemeno, Dulcido, Arias[7] Y en otro, también latino, de donación de bienes al monasterio de Libardón (Colunga, Asturias, 803), signan entre los testigos: Teodulfus, Christoforus, Ermesinda, Flacencius, Ioannes... [8] Ni en Galicia ni en Asturias solía usarse aún el apellido. Hay nombres germánicos (Fruela, Ermesinda…), latinos (Dulcido, Flacencio…), cristianos (Cristóforo y Juan), prerromanos (Jimeno)… Debemos considerar que, entre los siglos VIII y X, la diversidad onomástica es grande y normalmente no hace falta apellido[9]. No obstante, esta variedad de nombres propios será la base de los futuros apellidos patronímicos.

2) Marca Hispánica (Cataluña)

También en el nordeste de la Península, en los montes Pirineos, aparecen focos reconquistadores. Al sudeste de dicha cordillera, en el norte de la actual Cataluña, Gerona se entrega a los francos el 785 quienes, con ayuda de nobles hispanogodos, consolidan un dominio fronterizo o Marca Hispánica: toman Vic y Cardona el 798 en el norte de la actual provincia de Barcelona y Barcelona el 801. Así mismo, organizan el territorio en condados: Gerona, Ampurias, Cerdaña y Besalú en la actual provincia de Gerona; Osona y Barcelona en la de Barcelona; y Urgel en el norte de la de Lérida).

[Belló(n)] Borrell, nombre del primer Conde de Osona (798), que al parecer ya lo era de Carcasona (Aude), no es raro hoy como apellido en Cataluña y se usó como antropónimo al menos hasta el siglo XIII. Parece que procede del bajo latín borrellus, verdugo o tal vez rojizo. Su hijo Sunifredo o Humfredo fue conde de Urgel y Cerdaña (834-c 848), y de Barcelona, Gerona y Narbona, y Marqués de Gocia, entre el 844 y el 848 aproximadamente. Otro de sus hijos, Oliva, habría sido conde de Carcasona ( 837) y el tercero, Sunyer, conde de Ampurias y del Rosellón entre el 834 y el 843. Asimismo, un hijo de Sunifredo, llamado Vifredo[10] y apodado «el Velloso», ocupó también los condados de Cerdaña y Urgel (c 870-897), y los de Barcelona, Gerona y Besalú (878-897). Como puede verse, tampoco en Cataluña solía usarse apellido. Si acaso, podía existir una doble denominación, como parece indicar el nombre Belló(n) Borrell, y añadirse un apodo («el Velloso») al nombre oficial. El hecho de que entre los hijos de Vifredo estuviesen Vifredo o Borrell, Mirón, Sunifredo, Sunyer y Rodulfo, y entre sus hijas Emón, Cixilona, Ermisenda y Richildis o María, apunta también el uso, como en Galicia y Asturias, de muchos nombres distintos, casi todos de origen germánico en este caso, como corresponde a miembros de la nobleza que se precian de él. Nótese, sin embargo, que algunos nombres parecen sonar con más fuerza en el patrimonio onomástico familiar (Borrell, Sunifredo, Vifredo y Sunyer), hecho que será un paso previo a la aparición del patronímico.

3) Navarra, Aragón, Ribagorza y Pallars

Paralelamente, en el oeste de la zona sudpirenaica, los vascones de Pamplona –núcleo del futuro Reino de Navarra– se independizan de Alandalús hacia el 798. Los nombres prerromanos de sus jefes, Xemeno y Enneco (Jimeno e Íñigo Arista), suenan con fuerza desde entonces en la onomástica hispana. Así mismo, en lo que respecta a los Pirineos, a inicios del siglo IX los condes de Tolosa (en el sur de Francia) crean e impulsan, en el centro-este sudpirenaico (805-814), los condados limítrofes de Pallars (Lérida) y Ribagorza (Huesca)[11]. Y en el centro-oeste sudpirenaico, Aznar Galíndez –«Azenari Galindones», otro antropónimo que hará fortuna– logra controlar los valles del Alto Aragón (noroeste de Huesca), hacia 810-820.

Puede que Aznar sea una evolución del nombre germánico Isenhard. Probablemente debido a la complejización socioeconómica de los estados cristianos, empieza a mostrarse ya en los documentos el uso incipiente del apellido para distinguir a las personas, particularmente a las de condición noble; especialmente del patronímico, que en gran parte de España se formará sufijando el nombre del padre con una zeta precedida por una vocal (a veces, la última del antropónimo): sobre todo -ez (González, hijo de Gonzalo), pero también -oz (Muñoz, hijo de Muño), -iz (Ruiz, hijo de Ruy), -az (Belaz, hijo de Bela) o -uz (Ferruz). Lo más probable es que este sufijo sea de origen prerromano, esté emparentado con el eusquera -z, de valor relativo o modal, y se extendiera a partir de la zona de influencia vascona, comprendida entre Navarra y el nordeste de Castilla. No obstante, en cualquier caso, en su consolidación pudo influir también la latinización en -ici del genitivo germánico: Roderici > Ruiz, Sigerici > Geriz…

4) Condado de Castilla

Simultáneamente, en la naciente Castilla –que dependía de Asturias–, en tiempos de Alfonso II Froilaz (hijo de Fruela) se repuebla con «foramontanos» –o sea, habitantes del norte– el mencionado valle de Mena y el de Losa (Burgos, 814, al sudeste de Cantabria). Y el conde de la zona de Campoo, Nuño (o Muño) Núñez «Rasura», puebla Brañosera en el nordeste de Palencia (824). La mayoría de los colonizadores que refuerzan la población de la primitiva Castilla son vascones en la zona oriental, y cántabros y godos en el centro y el oeste.

Según el fuero que el conde Núñez (es decir, hijo de Nuño) y su mujer Argilo conceden a los repobladores de Brañosera, en la fecha de su redacción éstos eran Valero, Félix, «Zonio» (?), «Christuevalo» (Cristóbal) y «Cervello» (¿Servilio?) con sus familias[12]. Además de Muño («Monnio Nunniz», cf. la variante Núñiz) y su esposa, firman también la escritura latina «Caballarias», que traducen «[el] Palafrenero»[13]; el sacerdote «Armonio» o Harmonio, nombre de origen griego; «Monnito», que vierten como Munito (?); «Arduga» (¿Arduca o Ardega?); «Zamna» (?); «Vincentiu» (Vicencio); «Tellu» (Tello); Abecza (?) y Valerio. También, aquí, como en Galicia, Asturias o Cataluña, suele bastar el nombre, o un apodo (Caballarias), para identificar a la persona. Sólo el conde –salvo que Nunniz fuera añadido después por algún copista– usa un apellido, patronímico por más señas, en un intento temprano de indicar el linaje. De hecho, el nombre Nuño se considera tan importante en su familia –parece que él era hijo de Nuño Bellídez– que tanto su heredero principal, «el de Castrojeriz» (882), como el de éste, que será conde de Castilla (912), se llamarán también Nuño Núñez. Así pues, entre la segunda mitad del siglo IX y la primera mitad del siguiente asistiríamos al inicio del recurso, suscitado por la transmisión del poder, a hacer más hereditario el patrimonio onomástico del linaje.

Paralelamente, Abderramán II, emir de Córdoba (822-852), introduce en su ejército muchos eslavos y mamelucos procedentes del centro y el norte de Europa.

b. Nuevas conquistas y repoblaciones (856-1035). Documentación de otros tipos de apellidos

1) Predominio de la repoblación espontánea. De la reconstrucción de León a la aceifa contra Santiago (856-997)

El 844 se producen los primeros desembarcos de los normandos en España quienes, bordeando la costa hacia el sur, saquean Gijón (Asturias), La Coruña (Galicia), Cádiz y Sevilla (Andalucía). Ello no obsta para que, pocos años después, el rey asturiano Ordoño I –¿nombre prerromano?– reconstruya y repueble León, al sur de Asturias (856), tome Albelda de Iregua en La Rioja, al sur de Álava (859), y mande a Rodrigo, conde de Castilla, repoblar la fortaleza de Amaya (oeste de Burgos, 860). Desde mediados del siglo IX hasta inicios del XI tiene lugar en Castilla y León un amplio proceso de colonización rural en las áreas reconquistadas, que se basa en la creación de aldeas por cristianos del norte peninsular o mozárabes del sur.

En una escritura latina del 919, del monasterio de Sahagún (León), se menciona, por ejemplo, a «Severo de Zea» (Cea, León) y «Severo de Calceata» (tal vez Calzada de los Molinos, en Palencia)[14]. Así pues, tal vez con un ligero retraso respecto al patronímico, se documentan también otros tipos de apellido, en especial el toponímico, como forma de diferenciar a las personas (sobre todo si llevan el mismo nombre).

También la repoblación de Navarra y Aragón se basa en esta época en las aldeas, que a mediados del siglo XI serían en Navarra unas 1040. El poblamiento aldeano llegará en Aragón a su apogeo a inicios del siglo XII. En Cataluña, que aún dependía de Francia, el mencionado Vifredo el Velloso (870-889), titular de cuatro condados, organiza la repoblación de la llanura de Vic (Osona). En el siglo IX y principios del X se estructura y repuebla los espacios vacíos o desorganizados hasta los ríos Llobregat y Cardener al este y la Cordillera prelitoral al sur, mediante la aprisio de tierras –similar a la presura– por grupos familiares. Más en particular, entre el 920 y el 1020 aproximadamente, este proceso se intensifica en los condados de Barcelona, Manresa, Urgell, Pallars y Berga.

El 954, por ejemplo, «Witardo» (Guitart) dona tierras en Freixa (Piera, Barcelona), para su cultivo y reedificación. Entre los pobladores están «Elias», «Arifredo», «Cesario», «Ferriolus» (Ferriol), «Mascarone» (Mascaró)…[15] Nótese que no se consigna aún apellido alguno. Parece que en Cataluña seguía bastando el nombre, generalmente.

Casi simultáneamente, durante el reinado de Alfonso III Ordóñez (866-910), los asturleoneses conquistan, en el norte del actual Portugal, las ciudades de Oporto, sobre el río Duero (868)[16], y Chaves (Vila Real, 869). Y el rey fortalece la frontera estratégica del Duero en la Submeseta Norte, reconstruyendo y repoblando, con mozárabes toledanos, las poblaciones de Dueñas (Palencia), Zamora (893), Simancas (Valladolid) y Toro (Zamora, 899). No obstante, estas últimas poblaciones se abandonarán tras las campañas de Almanzor, visir del emir de Córdoba (997), y no se las repoblará definitivamente, junto con Tordesillas (Valladolid), hasta mediados del siglo XI.

Según Díez Melcón, en un documento del 941 se menciona a Íñigo Meléndez de Melgar, población ésta que él supone ser Melgar de Abajo o Melgar de Arriba (norte de Valladolid) pero que, por cotejo con el testigo homónimo del Fuero apócrifo de Melgar de Fernamental (oeste de Burgos, 950) debe de ser esta población, o bien la cercana Melgar de Yuso, en el este de Palencia[17]. Si el documento de 941 es auténtico, se trataría de un ejemplo bastante temprano del uso del apellido compuesto –personal y no hereditario aún– para identificar mejor a la persona: al elemento patronímico, el más importante, se une otro toponímico complementario, que concreta el lugar de residencia, origen o señorío. Meléndez significa hijo de Melendo (variante de Menendo).

En la segunda década del siglo X (914), los reyes de Navarra y León conquistan Monjardín (sudoeste de Navarra); entre el 918 y el 920, Sancho Garcés de Navarra ocupa parte de la Alta Rioja y, el 923, conquista en la misma zona, con ayuda del rey leonés y al sur del río Ebro, Nájera y Viguera.

En el caso de los reyes, puede considerarse que el apelativo territorial (de Navarra en este caso) y la expresión de su condición (rey), funcionan en parte a menudo como elementos cognominativos, del mismo modo que cuando, de un pechero, se dice que por oficio es herrero o pastor. Y lo mismo pasaría con los obispos.

En una escritura en latín del 921 del libro gótico de San Juan de la Peña (Jaca, noroeste de Huesca) aparece como testigo, verbigracia, «Fortunio de Caparroso» (Fortún o Fortuño; Caparroso es una población del sur de Navarra)[18]. Y en otra de 981 del Becerro menor del Monasterio de Leire (Yesa, este de Navarra), figuran entre los pecheros del cercano Apardues (Urraul Bajo, Navarra) «Ayta Garcia de Aguirri» (variante de Aguirre, nombre de al menos varias poblaciones vizcaínas) y «Fortunio Sanctionis de Indurain» (Fortuño Sánchez de Induráin, entidad de Izagaondoa, también en el este de Navarra)[19]. Aita significa padre en vascuence. Reaparece aquí la tendencia a apellidarse principalmente con el nombre del padre y a añadir a veces, cuando convenga, un elemento cognominativo complementario, toponímico, que especifique el lugar de residencia, origen o jurisdicción. No en vano, hacia el año 2000, los dieciocho apellidos más frecuentes en España eran todos patronímicos, muy por delante de los toponímicos, apódicos, de oficios, etc.[20]

A pesar de las conquistas, a finales del siglo IX el rey de León paga un tributo anual al califa de Córdoba. Gracias a Almanzor, el poder musulmán en la Península alcanza el cenit. De las correrías del 997 contra Santiago de Compostela –a donde se había trasladado en la práctica la sede espicopal de Iria entre el 952 y el 970–, el visir se lleva como trofeo las campanas de la catedral.

2) Repoblación organizada. Primer tercio del siglo XI

A partir de la siguiente centuria, la XI, en muchas zonas de Castilla y León aumenta la gran propiedad rural, sobre todo en favor de algunos monasterios, como los de Celanova (Orense), Sahagún (León), Oña (Burgos) y San Millán de la Cogolla (La Rioja). El crecimiento demográfico sostenido hace que la presura sea sustituida por una colonización organizada (pueblas y repartimientos), y aumentan los campesinos que trabajan para señores (solariegos, hombres de behetría). Paralelamente, desde mediados del siglo se produce un renacimiento del mundo urbano (Burgos, León, Lugo, Oviedo), y el Camino de Santiago entre Navarra y Galicia se convierte en vía de penetración de muchos inmigrantes «francos» (franceses y europeos en general, entre 1075 y 1180 aproximadamente).

Son bastantes las poblaciones que se llaman Francos en Galicia –al menos veintiuna–, como también son bastantes, sobre todo en la mitad norte de España, las que recuerdan la colonización de otros pueblos hispanos y aun de allende los Pirineos: Naharros (Salamanca, Guadalajara y Cuenca) y Narros (Ávila, Salamanca, Soria y Segovia) –navarrros–, Bascones (Burgos, Palencia y Asturias) y Bascos (Lugo y Orense) –vascos–,Gallegos (Asturias, Ávila, Segovia, Zamora, León, Salamanca…) y Galegos (La Coruña, Lugo y Pontevedra), Castellanos (Burgos, Zamora, Ávila, Salamanca, León, Madrid), Moriscos (Ávila, Salamanca…) y Mouriscados (Orense y Pontevedra), Faramontanos (Zamora) y Faramontaos (Orense y Lugo) –foramontanos o montañeses–, Godos (La Coruña, Asturias, Pontevedra), Toldaos (Lugo) y Toldanos (León) –toledanos–, Asturianos (Zamora) y Astureses (Orense), Vizcaínos (Burgos), Aragoneses (Segovia), Gascones (Madrid), Provensals (Baleares)…[21]

Tras las victoriosas campañas del citado Almanzor (977-1002), quien hizo retroceder temporalmente las fronteras cristianas en Portugal, León, Castilla y Cataluña, los catalanes atacan hacia el sudoeste la frontera de los ríos Segre y Ebro (Tarragona, 1016), y siguen avanzando por éste durante el condado de Berenguer Ramón I (1018-1035). Las tierras reconquistadas se organizan sistemáticamente mediante aprisiones, sobre todo en los condados de Urgel (Áger y Balaguer) y Barcelona (Campo de Tarragona).

El hijo de ese rey (Ramón Berenguer I), dio, por ejemplo, a Mir Foguet y Bernat Llop (¿1038?) los cerros cercanos de Forés y de Anguera (Sarral), para que alzasen en ellos sendos castillos en la frontera (Conca de Barberà, Tarragona)[22]. Foguet, probablemente de Folguet[23], y Llop, equivalente a Lope[z], son apellidos bien afincados hoy en territorio tarraconense. No obstante, sin excluir que algún representante actual de estos apellidos en la zona descienda de esos nobles, ello no quiere decir que fuesen ya apellidos hereditarios, antes bien, puede deberse, simplemente, a que los repobladores en parte compartían el patrimonio onomástico de los nobles y en parte lo imitaban. Es posible que Mir Foguet sea la persona homónima que fuera hijo de Miró d’Hostoles, señor del castillo de este nombre (Sant Feliu de Pallerols, Gerona).

A partir del 1005, los obipos titulares de la antigua sede de Huesca empiezan a residir en Jaca (noroeste de Huesca), donde fijan su residencia el 1063

2. Equilibrio entre musulmanes y cristianos (1035-1212)

a. De la división del Califato de Córdoba a la conquista de Graus (Huesca) (1031-1084)

La disgregación del califato cordobés en taifas o reinos independientes (1031) favorecerá la expansión de los estados cristianos. El rey de Navarra, García Sánchez, ocupa Calahorra (La Rioja), al sur del Ebro, ayudado por castellano-leoneses y aragoneses (1045).

En un documento latino cuatro años posterior a su conquista se menciona ya a «Sancio Fortuniones de Calafuerra» (Sancho Fortuño de Calahorra)[24]. Aunque el apellido compuesto no sea privativo de la nobleza, es ella la que más lo usa, para señalar su solar de origen o el de su primera jurisdicción.

Por otra parte, en la misma época, el rey de Aragón Ramiro I Sánchez avanza por el norte de la provincia de Huesca (Sobrarbe) con la toma de Santa María de Buil (Aínsa) y Morillo de Monclús (La Fueva, c 1050).

«Nunno Veila de Scalone» (Nuño Vela de Escalona [entidad de Puértolas, norte de Huesca]) es mencionado en un documento de 1076 del citado monasterio de San Millán[25]. Vela es un nombre personal de origen prerromano, convertido aquí en patronímico.

Mientras, dirigidos por el conde de Barcelona Ramón Berenguer I –Berenguer es aquí apellido, por ser el nombre del padre–, los catalanes conquistan Àger (1050) y Camarasa (definitivamente en 1063), en el centro de la provincia de Lérida.

Ese primer año, el conde confia el castillo de Camarasa al vizconde Arnau Mir de Tost. Mir es un patronímico de origen germánico, tal vez visigótico (mir = insigne, famoso) y Tost es una entidad del municipio de la Ribera d'Urgellet, en el nordeste de Lérida.

Poco después, en el norte de Portugal, el rey de Castilla y León, Fernando I Sánchez, conquistaba al sur del Duero Viseo y Lamego (1057-1058), y en el centro-oeste, a orillas del río Mondego, Coímbra (Portugal, 1064). Permanecieron en esta ciudad muchos mozárabes.

Unos años después, en 1072, sus hijos Alfonso VI de León, apoyado por Pedro Ansúrez –conde de Carrión (Palencia)– y su hermano Gonzalo, y Sancho II de Castilla, cuyo alférez era Rodrigo Díaz de Vivar, se enfrentaron en la batalla de Golpejera[26], en que el leonés fue vencido temporalmente (1072). Ansúrez significa hijo de Assur, y Vivar es un pueblecito de Burgos (municipio de Quintanilla-Vivar), donde Rodrigo Díaz –hijo de Diego o Dia(go) Laínez, señor de Vivar–, nació y tenía su solar. Como vemos, sigue vivo en Castilla –sin «fosilizarse» haciéndose hereditario– el uso del patronímico para indicar la filiación directa de la persona (fulano, hijo de mengano).

El 1075 se tralada de forma definitiva la sede episcopal de Oca (Burgos) a esta ciudad, cuya sede se había restaurado a mediados del siglo XI. Desde el último tercio de éste se repuebla además las tierras allende el Duero: Sepúlveda (Segovia, fuero de 1076), Íscar (Valladolid, 1086), Cuéllar, Coca (Segovia), Olmedo (1090), Medina del Campo y, ya en el siglo XII, Tordesillas (Valladolid).

Durante el condado conjunto de Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II (1076-1082), los catalanes –desvinculados ya de la autoridad franca– continúan repoblando el condado de Urgell (Lérida) y afianzando la repoblación del nordeste de Tarragona.

El 1082, por ejemplo, el abad Andreu de Sant Cugat del Vallés (Barcelona) da el castillo de Sant Vicenç de Calders (Bajo Penedés, Tarragona) a Ramón Maier («Mager»), a su mujer Ahalez («Ahales») y a su hermano Geral («Gerallo»)[27]. Ambos nombres de varón son de origen germánico y el apellido parece un patronímico de igual procedencia.

Desde comienzos del siglo XII se promueve también en Cataluña los centros urbanos –Barcelona, Perpiñán, la Seu d'Urgell–, y se funda también vilas novas: San Juan de las Abadesas (Gerona), San Pol de Mar (Barcelona), San Feliu de Guíxols, Besalú (Gerona), Vilafranca de Conflent (fines del XI), Vilafranca del Penedès (Barcelona, 1151), Torroella de Montgrí (Girona, fines del XII)…

b. De la toma de Toledo a la resistencia almorávide (1085-1117)

Por su parte, el rey de Aragón, Sancho Ramírez, toma Ayerbe y Graus (Huesca, 1084), y el año siguiente cae en manos de Alfonso VI de Castilla y León (1065-1109) la antigua capital de los visigodos: Toledo. Se restaura su sede episcopal, que en 1086 pasa a ser cabeza de la provincia eclesiástica de Castilla. La frontera con Alandalús baja hasta el Tajo, en el centro de la Península, y se hace necesario defender los pasos del Sistema Central, poblando ciudades estratégicas como Segovia y Ávila (desde 1088), y Salamanca (desde 1100). A cada ciudad se dota de amplísimos territorios para su posterior colonización.

Entre los mejores colaboradores del rey estuvieron Álvar Háñez o Fáñez, pariente del Cid; el conde Pedro Ansúrez, señor de Valladolid; y García Ordóñez, conde de Nájera (hijo de Ordoño Ordóñez). Háñez significa hijo de Han (apócope de Iohan [Juan]).

Así mismo, se empieza a repoblar las extremaduras de los reinos y tiene lugar un gran auge de ciudades de la retaguardia de las mismas, especialmente de Guimarães (Braga), la propia Braga (Portugal), Palencia, Zamora y Valladolid. En 1099 se reconoce definitivamente la dignidad metropolitana a la sede episcopal de Braga; es decir, que su arzobispado es capital de la provincia eclesiástica de Portugal (mientras que Santiago de Compostela, que en 1104 logra la dignidad arzobispal, será cabeza de la provincia leonesa desde 1120-1124).

Paralelamente, entre el 1085 y el 1118, además de Toledo se ocupa y organiza los principales núcleos fortificados del sector central de la zona norte del Tajo: Talavera de la Reina, Maqueda y Escalona (Toledo), Madrid, Talamanca de Jarama (Madrid), Uceda, Guadalajara, Hita (Guadalajara), Atienza y Medinaceli (Soria). Y se funda Buitrago cerca del paso de Somosierra (Madrid).

Por otro lado, aunque casi todos los musulmanes emigran del sector central del Tajo, en algunas zonas pervive algo de la población anterior; especialmente en Toledo, donde a los mozárabes preexistentes se añaden muchos más y muchos judíos de Alandalús, sobre todo hacia 1147, cuando los moros almorávides pierden Calatrava (Ciudad Real). También se produce una fuerte inmigración castellana y «franca» (los francos eran en su mayoría clérigos, artesanos y mercaderes). Antes de que acabe el siglo se funda o mejora en la zona un centenar de aldeas controladas por propietarios de Toledo.

Ejemplo de esa población mozárabe es la donación por Alfonso VII, en 1146, de Alhober (probablemente Añover de Tajo) y la villa de Puercas (?) a varios vecinos de Toledo, sin duda mozárabes por sus nombres. Entre ellos estaban «Peidro Magerido» y «Juliano de Magerido» (Magerit = Madrid)[28], cuyos nombres, cristiano y latino respectivamente, denotan tal vez una menor influencia del elemento germánico.

Paralelamente, al norte del Sistema Central la repoblación de las zonas rurales continúa hasta la segunda mitad del siglo XII, y durante la misma se funda además algunos núcleos importantes, como Alba de Tormes, Ledesma, Ciudad Rodrigo, Béjar y Miranda del Castañar, en Salamanca. Los colonos proceden de Galicia, León, Castilla y Navarra.

Once años después de la rendición de Toledo, en 1096, Pedro I de Aragón y de Navarra empieza la conquista del valle medio del Ebro, ocupando Huesca (1096) y Barbastro (Huesca, c 1100). Se restablece entonces el obispado de Huesca en esta ciudad.

En el sitio de Huesca tuvo que luchar el aragonés, auxiliado por las huestes de sus vasallos Fortuño y Sancho Vida, no sólo contra el rey Mostaín de Zaragoza, sino también contra los condes García Ordóñez de Nájera, ya citado, y Gonzalo Núñez de Lara (Lara de los Infantes es una villa de Burgos). Vida, antiguo antropónimo, es hoy un apellido principalmente andaluz, pero también existe en Aragón y Levante.

En 1101, Armengol V «el de Mollerusa», conde de Urgel, gana Balaguer (Lleida), conquista que, junto con la de Zaragoza en 1118, abre el camino al sur del Ebro.

Le llamaron de Mollerusa (Lérida) porque murió en esta población, donde estaba de paso. Muchos reyes, condes y aun nobles importantes tienen un apodo, que a menudo hace las veces de apellido, para identificar mejor al personaje. Al fin y al cabo, no es otro el origen de los apellidos apódicos.

c. De la caída de Zaragoza a la conquista de Lérida (1118-1149)

Como hemos adelantado, tras la consolidación de San Esteban de Gormaz y Medinaceli (Soria, 1104) y la fundación del Burgo de Osma (ibídem), el naciente siglo XII ve rendirse también Zaragoza ante Alfonso I de Aragón (1118), quien ese mismo año restaura el obispado de esta ciudad. Así mismo, en los años siguientes, el rey conquista Tudela (Navarra, 1119) y otras poblaciones zaragozanas: Tarazona y Borja (1119) y Calatayud y Daroca (1120).

Testigo del fuero de ésta, en 1142, fue, por ejemplo, «Martin de Luzan» (¿de Luján, Huesca?)[29]. Y en 1124, el rey da unas casas en Zaragoza a Fortún Garcés Cajal («Fortunio Garcez Caxal»), conde de Nájera[30]. A juzgar por su apellido, debía de ser Fortún hijo de un Garci(a); y en el municipio de Sariñena (Huesca), hay un monte con unas casas llamado Cajal[31].

Por otro lado, Alfonso organiza además el territorio soriano y mejora su población, para controlar los accesos al valle medio del Ebro: Soria (1119), Ágreda, Deza (Soria), Ariza (Zaragoza), Almazán y Berlanga de Duero (Soria).

Como no había suficientes aragoneses y navarros para repoblar todo el territorio reconquistado en Aragón, se acordó la permanencia por capitulación de casi todos los musulmanes de las zonas rurales. También se quedaron judíos y cristianos mozárabes, número el de éstos que aumentó mucho cuando, de su campaña por tierras murcianas, granadinas y cordobesas (1125-1126), volvió Alfonso con muchos mozárabes. Y aún tuvo fuerzas el rey para tomar Molina de Aragón (Guadalajara, 1129). En el siglo XII entraron también en tierras aragonesas muchos «francos»; en especial bearneses, gascones y normandos.

Aunque la resistencia de los musulmanes almorávides hubiese logrado retrasar unas décadas el avance de la conquista cristiana, entre 1118 y 1156 también Castilla y León aprovecha la decadencia de éstos para consolidar y ampliar su dominio territorial: Sigüenza (tomada en 1124), Molina de Aragón (señorío de los Lara desde 1136), Atienza, Hita, Guadalajara, Alcalá de Henares y Brihuega (Guadalajara) se organizan con el sistema de «ciudad y tierra».

Molina pasa a manos de Manrique (Pérez) de Lara –hijo del conde de Lara Pe(d)ro González–, que se titula Conde de Molina y repuebla la tierra con castellanos viejos, debido a las diferencias entre Alfonso VII de Castilla y Ramiro II de Aragón.

El rey castellano conquistará también Colmenar de Oreja (Madrid, 1139) y Coria (Cáceres, 1142) y, cinco años después, Calatrava (Ciudad Real, al sur del río Guadiana). Consecuencia de ello es que, en los años 1140, empieza la colonización al mediodía del Tajo (Oreja, Zorita y Uclés) y aun en la cuenca del Guadiana (Calatrava y Consuegra desde 1147). No obstante, y pese a la conquista y repoblación de Coria en 1142, debido a la inseguridad, la colonización de Talavera y su tierra (Toledo) se retrasa y es menos intensa (sobre todo al sur de ese río [La Jara]).

Unos años después, la difícil situación de Calatrava hará que dos monjes cistercienses, Raimundo de Fitero –natural probablemente de Saint Gaudens (Cominges, Francia) y abad del monasterio de esa villa navarra– y el noble Diego Velázquez, al parecer de la Bureba, creen la Orden de Calatrava (1158). Repárese en que Raimundo debió de cambiar de apellido, lo que indica con qué facilidad se podía hacer en la época a tenor de las circunstancias.

Aquel mismo año 1147, Alfonso I de Portugal –reconocido reino por Alfonso VII– ocupa Santarem y Lisboa, a orillas del Tajo, y a poco empieza la repoblación de las tierras vacías al sur de Coímbra: Leiría, Ourem, Torres Vedras… Lisboa y Santarem, donde permanecen mozárabes y algunos musulmanes, se pueblan con portugueses y «francos» (europeos) de otros países.

Paralelamente, en Cataluña, abandonada Tarragona por los moros, en 1118 se empieza a restaurar de iure la provincia eclesiástica tarraconense. Desde 1129, el obispo Oleguer de Barcelona –nombre germánico– y el jefe militar normando Robert Bordet o d’Aculley (Culley) repueblan lentamente Tarragona y su comarca. Posteriormente, en 1148, el rey de Aragón y conde de Barcelona Ramón Berenguer IV conquista Tortosa en la desembocadura del Ebro (Tarragona).

Y el año siguiente cae también Siurana, en el Priorato, cuyos castillo, villa y términos son entregados a un noble que se distinguió en su toma: Bertran de Castellet (entidad ésta del muncipio de La Gornal, en el Alto Penedés, Barcelona)[32]. Tuvo Bertran un hijo de su mismo nombre y apellido.

Así mismo, en 1149 pasan también a manos de catalanes y aragoneses Lérida –cuya sede episcopal se restaura plenamente– Fraga (Zaragoza) y Mequinenza (ídem), en la confluencia del Segre, el Cinca y el Ebro. Termina así, en sus líneas generales, la reconquista de la actual Cataluña. Una parte de la población anterior permanece en el territorio y se coloniza con bastante lentitud las comarcas próximas a las poblaciones conquistadas. Se consolida Cervera (Lérida) y se repuebla la Conca de Barberà (Montblanch y L'Espluga de Francolí, en Tarragona).

Como ejemplo del proceso de colonización, en 1148 Ramón Berenguer IV da el alodio de L'Espluga Calba (Lérida) a su baile «Porcel de Cervera», a «Bivas de Cruzilada», Guillem Bertran, Arnau Bosquet y Mir de Fluvià. Este apellido parece proceder del nombre de un castillo del término de Sant Esteve de Palautordera (Barcelona)[33]. Cervera está a unos 39 km al NE de L’Espluga y existe como apellido en la comarca y en otras cercanas. Cruzilada podría ser una alteración de La Guàrdia Lada (Lérida), a unos 26 km al NE de L’Espluga. En cuanto a Mir, aunque no sea muy frecuente, también existe, como apellido, en la zona. Y hay una entidad llamada Bosquet (bosquecillo) en Mont-ral (Alto Campo de Tarragona), a unos 24 km al S-SE de L’Espluga, que puede proceder del apellido o haber originado parte de sus linajes, pues Bosquet es proporcionalmente recurrente en las comarcas del Tarragonés y el Bajo Campo de Tarragona. Así pues, puede que una parte de los repobladores de L’Espluga Calva procediese, a corto plazo, de zonas cercanas, al este de la misma.

Simultáneamente, desde los años cuarenta del siglo XII, Aragón conquista y puebla con aragoneses, navarros y castellanos el macizo de Teruel y el Bajo Aragón. Parece que no quedaron allí mozárabes ni musulmanes.

d. Conquistas bajo la presión almohade (1157-1211). Extensión del uso hereditario del apellido entre los nobles

En 1157 se puebla Alcañiz (Teruel), que en 1179 pasa a la citada Orden de Calatrava (institución que dirigió la colonización de gran parte del territorio). Por su parte, el caballero Pedro Ruiz de Azagra, hijo del Señor de Estella Rodrigo (o Ruy) de Azagra –Azagra es una villa navarra–, recibe la taifa de Albarracín (Teruel) del rey de Murcia Ibn Mardanish Lope y, a partir de 1169, la puebla sobre todo con navarros.

Parece que es en el siglo XII cuando se extiende entre los nobles, al menos entre los varones, el uso hereditario de la parte toponímica del apellido para indicar el linaje. En cambio, a la mujer se la identificaba aún muchas veces sin decir su patronímico, sino solamente de quién era esposa.

Entre los años 1157 y 1230, coincidiendo más o menos con un período de división entre los reinos cristianos y la presión de los moros almohades, la colonización interior de los reinos de Castilla y León, desde Galicia a Guipúzcoa y desde Asturias al Duero, alcanza su máxima intensidad: población de Castro Urdiales (Cantabria, 1163), Benavente (Zamora, 1164), Pancorbo (Burgos, 1176), Valencia de Don Juan (León, c 1181), Vitoria (1181-1202), San Sebastián (1186-1193), Laredo (Cantabria, 1190), Villafranca del Bierzo (León, 1192), Betanzos (La Coruña, 1201), Frías (Burgos, 1202), Llanes (Asturias, 1206), La Coruña (1208), Ponferrada (León) y Guetaria (Gipuzkoa, 1209)… El estado jurídico de los pobladores mejora notablemente, y a menudo se les concede ventajosos fueros. Por otro lado, Álava y Guipúzcoa se incorporan a Castilla en el reinado de Alfonso VIII (1158-1214).

Así mismo, se hace conquistas y repoblaciones en las márgenes oriental y occidental castellano-leonesas: en tiempos de Alfonso VII de Castilla (1158-1214) se toma Cuenca, en La Mancha (1177), y Alarcón (Cuenca, 1184); y dos años más tarde se funda Plasencia (Cáceres) y se conquista Iniesta (Cuenca). Otrosí, paralelamente, en Portugal, pasada ya la mitad del XII, Alfonso I Henriques (hijo de Enrique de Borgoña) conquista por primera vez Alcácer do Sal (Setúbal, 1158) y, veinte años después, el infante Sancho toma Beja (1178). Los portugueses repueblan la Beira Baja (centro de Portugal), cuya colonización, así como la del Alentejo (al sur del Tajo), intensifica Sancho I desde 1185 con ayuda de las órdenes militares.

En 1189, en Cuenca, el comendador Pedro García («Petrus Garcie») compró unos molinos a «don Andres», y fueron exterminadores –es decir, apeadores– «SanDantin» (¿San[t] Antín?[34]) y «don Pascual, el clerigo de Sanctj Iohanes», y testigos «Belaio» (Pelayo), «don Iohanes de Torres; don Mames; Iohan Pedro; Iohan Belasco» y «Pedro Domingo»[35]. La variante Belayo podría proceder del reino de León (aparte de Cantabria, en el norte de España el apellido Pelayo es recurrente en Zamora, y hay sendas poblaciones Velayos en Salamanca y Ávila). También Mamés podría proceder de ese reino pues hoy es, como apellido, recurrente en la provincia de León y en Asturias. Nótese que sólo cuatro o cinco de las diez personas mencionadas llevan propiamente apellido, y que tres de ellas tenían el mismo nombre. Está claro que en el documento se apellida a los Juanes, mencionando a su padre, para aclarar quiénes eran. En cambio, en muchos otros casos, como los de Andrés, Belayo y Mamés, bastaba decir el nombre para identificarles.

Poco antes, en Aragón, Alfonso II había tomado Caspe (Zaragoza, 1172) y el valle del Alfambra (Teruel), y fundado Teruel (1171). El rey dio esta población en feudo a Berenguer de Entenza, hijo de Ponce Hugo de Entenza –señor de Alcolea (de Cinca, Huesca)–[36], cuyo linaje procedía de Antenza (Benabarre, en la misma provincia). Así mismo, en 1174 se repuebla Alcalá de la Selva (Teruel) y la propia Alfambra, que luego pasarán a la Orden del Templo. Tras la colonización de Teruel, en Cataluña, en los años 70, se repuebla en Tarragona las zonas montañosas próximas a la desembocadura del Ebro (Miravet, Gandesa, Horta y Ascó), donde había permanecido bastante población musulmana. El delta del río no será repoblado con cristianos hasta mucho después (Amposta, bajo Jaime I [1213-1276]). Paralelamente, Navarra consolida la frontera con Castilla, sobre todo en el último tercio del siglo XII: fundación de La Guardia (1164), Los Arcos (1175) y Viana (1219).

3. Predominio cristiano (1212-1492). Se va haciendo hereditario el uso del apellido en toda la sociedad

a. De la batalla de las Navas a la reconquista del Guadalquivir (1212-1262)

1) De las Navas a la rendición de Valencia (1212-1238)

En los primeros años del siglo XIII, las tropas aliadas de Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra vencen a los moros almohades en las Navas de Tolosa (Jaén, 1212). Su derrota supondrá la caída en poder de los cristianos de casi todo Alandalús. Los castellanos toman Alcaraz (Albacete, 1213) y, hacia este mismo año, el rey navarro compra los castillos árabes del Rincón de Ademuz (Valencia). El año siguiente, Alfonso IX de León toma Alcántara (Cáceres).

Iban en su hueste 600 caballeros castellanos mandados por el quinto Señor de Vizcaya, don Diego López de Haro, y su hijo Lope Díaz (o sea, hijo de Dia o Diago). Vese aquí muy bien la formación del patronímico. Era Diego natural de Nájera (La Rioja) y Haro es también una ciudad riojana.

Tendrá entonces lugar un gran esfuerzo por repoblar La Mancha, principalmente con castellanos, por parte de las órdenes militares de Calatrava, San Juan y Santiago, que reciben grandes señoríos para poblar un territorio casi desierto. También se les cede enclaves estratégicos al sur del Tajo, como los ya mencionados de Zorita y Calatrava, el Campo de Montiel (desde 1213), Consuegra y el Campo de Criptana (Ciudad Real). A principios del siglo XIII, se repuebla también Sanabria y la zona de Alcañices (Zamora), en el Reino de León.

España, entre 1157 y 1212Entre 1220 y 1275 tienen lugar en la transierra toledana nuevos procesos de colonización, mediante repartimientos, contem-poráneos de los que se producirán en Andalucía y Murcia. Toledo extiende su territorio hacia el sur (montes y extremos de Toledo, 1246) y Talavera establece las primeras aldeas en La Jara y Campo de Arañuelo. Así mismo, prosigue en La Mancha la repoblación sistemática de las órdenes militares, y Alfonso X fundará en ella Ciudad Real (1255), único enclave manchego de realengo.

En la estela de la citada victoria de Las Navas (1212), Jaume I de Aragón conquista Castejón (Teruel, 1222). Dos años después, Fernando III de Castilla empieza sus conquistas en Andalucía: Quesada (Jaén) y después Capilla (Badajoz) y Baeza (Jaén, 1226), año a partir del cual se repuebla esta ciudad y Andújar (Jaén). La sede episcopal de Baeza se restaura en 1228.

En un documento del monasterio de Oña (Burgos) de 1254, se menciona a «Sancho Martinez de Xodar» (Jódar, Jaén), quien era Adelantado de la Frontera y, antes de la reconquista de esta población (1229), parece que se apellidaba «Martínez de la Torre». Dicen que era de origen gallego. Y también se llamó alguna vez «Martínez de Bedmar», pues recibió esta villa junto con Jódar[37]. He aquí, por tanto, otro ejemplo de lo fácilmente que se podía mudar de «apellido» en razón de los intereses.

Por otra parte, los portugueses de Alfonso II toman Elvas (1226) y seis años después, guiados por los caballeros de Santiago y de San Juan, avanzan por el Algarve (1232-1250). Serpa, Moura y Aljustrel caen ese primer año. Por su lado, los leoneses ocupan Cáceres y Montánchez (Cáceres, 1229), y el año siguiente Mérida –cuya sede episcopal restauran en 1234–, Talavera la Real (Badajoz) y la propia Badajoz, a orillas del Guadiana. La diócesis pacense es restaurada definitivamente en 1255.

En 1252, la Orden del Templo y el municipio de Cáceres acuerdan una transacción en la que intervienen los siguientes representantes: «El Concejo de Cáceres nombró, y dió de su parte Don Lope Pérez, Comendador de Capilla [Badajoz], e Don Miguel Nauarro, Comendador de Alconetar [ibídem], Freyles del Temple; e el Maestre y los Freyles nombraron, e dieron de su parte Don Pedro Yañez, y Don Ximen Sancho Caualleros é vezinos de la Villa de Cáceres»[38]. Como puede verse, todos los apellidos, salvo Navarro –que en última instancia es de procedencia (gentilicio)–, son patronímicos. Yáñez significa hijo de Yan (Juan).

Paralelamente, en las Islas Baleares, los catalanes y aragoneses conquistan Mallorca (1229-1232) e Ibiza y Formentera (1235) y someten Menorca (1231). En Mallorca, sólo unos 50.000 moros consiguen quedarse inicialmente en régimen de capitulación. Se produce una colonización masiva de la isla con catalanes –al menos la mitad de los repobladores (sobre todo del Ampurdán y del Rosellón)–, languedocianos (1/4 del total), italianos (más o menos el 13%) y grupos menores de aragoneses y navarros. Ante las disputas entre las diócesis de Gerona, Barcelona y Tarragona por la jurisdicción del obispado de Mallorca, el papa Gregorio IX concede la exención a éste en 1232.

Uno de los nobles que reparte tierras en Mallorca entre sus vasallos es Pons Hugo III, vizconde de Bearn (Pirineos Atlánticos). Asimismo, en un documento latino de 1230, Jaime I señala la parte que corresponde a los marselleses en Mallorca, y de ellos menciona, entre otros, a «Balduvino Gomberto et Guillelmo Aycardo» (Gombert y Aicard), «Raimundo Lombardi» (sic), «Veyano Guilaberto» (Guilabert) y «Hugoni Rotlando» (Rotland o Rolland)[39]. Una vez más, se comprueba el dominio de los apellidos patronímicos, en este caso del sudeste francés. Parece que es entre los siglos XIII y XV cuando se extiende a todas las capas sociales el uso hereditario del apellido.

Respecto a Ibiza y Formentera, entre los nobles que dirigieron su conquista y repartición estuvieron Guillem de Montgrí, administrador apostólico de la archidiócesis de Tarragona; Nuño Sanç, hijo del conde Sanç de Cerdaña y de Sancha Núñez de Lara; y el infante Pedro de Portugal. Guillem (Guillermo) de Montgrí era hijo de Pere de Torroella, señor de Torroella de Montgrí (Bajo Ampurdán, Gerona) y hermano de Ponç Guillem de Torroella y Bernat de Santaeugènia. Éste, que fue gobernador de Mallorca, adoptó su apellido por haber restaurado una rama de los Santaeugènia de Berga (Barcelona). Entre los nobles no era raro que los hijos de un mismo padre recibieran o adoptasen diferente apelllido, según el linaje y la herencia que representasen.

En 1229, la Corona de Aragón empieza también la conquista de la taifa de Valencia, que concluirá en su mayor parte en 1245. Catalanes y aragoneses toman Peñíscola y Burriana (Castellón, 1232), Castellón de la Plana (1234) y las plazas próximas a Valencia. En 1236 sitian esta ciudad, que se rinde en 1238 y, después de restaurar su sede episcopal, ésta se incorpora a la provincia eclesiástica de Tarragona el año siguiente. Entre 1238 y 1253 completan la ocupación del territorio (Biar, Játiva, Denia y Cullera [Valencia], 1244-1245).

En 1236, por ejemplo, el caballero aragonés Ferrant Pérez de Pina, Señor de Larrés (Sabiñánigo, Huesca), concede carta puebla a Benicarló (Castellón), en nombre de Jaime I de Aragón[40] (hay una villa en el sudeste de la provincia de Zaragoza que se llama Pina de Ebro).

Los repobladores del nuevo reino proceden de Aragón, principalmente del sur, y de Cataluña y, tras las revueltas de los musulmanes de 1247-1248 y de 1276, se hace nuevas colonizaciones, sobre todo en el mediodía valenciano, donde hasta entonces los cristianos eran pocos (se concentraban sobre todo en Gandía, Alcira, Játiva, Denia y Alcoy).

En una carta en latín de 1250, verbigracia, Jaime I concede varios obradores o talleres en Valencia («operatorios») a «Raymundo Castella» (probablemente Castellà), «Arnaldo de Muntrog» (Mon[t]roig), Thomasio Sartre» (Sastre, apellido de oficio) y «Iohanni de Teus»[41]. Castellà (castellano), también podría proceder de Castellar (nombre de varias poblaciones de Cataluña, y de Aragón, Valencia, La Mancha y Castilla, y aun Murcia y Andalucía). Asimismo, hay sendas poblaciones llamadas Montroig en Tarragona, Lérida (término de Plans de Sió) y Barcelona (en Tarrassa)[42]. En cuanto a Teus, podría ser una alteración de Tous, apellido catalán que procede de una población homónima de la Segarra (Sant Martí de Tous, Lérida). En el Índice Genealógico Internacional, en 1596  aparece en Arenys de Munt (Barcelona), Ángela Teus, hija de Ramón Teus[43].

Hacia 1270 había en el Reino de Valencia unos 200.000 musulmanes, frente a unos 30.000 cristianos. Había también una importante minoría judía y casi ningún mozárabe.

Entre 1232 y 1238 continúan las conquistas castellano-leonesas en Extremadura y Andalucía: Trujillo (Cáceres) y Úbeda (Jaén) en 1233, Medellín (Badajoz) el año siguiente, y Alanje, Magacela (Badajoz) y Santa Cruz en 1235.

En la lista de los caballeros conquistadores de Úbeda y Baeza que recibieron propiedades en ellas figuran, entre otros, Don Lope Ruiz de Baeza, señor de La Guardia de Jaén desde 1244 aproximadamente; Martín Malo (apellido apódico); Alfonso Martínez de Ordás (población de Vigo, Pontevedra); Sancho Canciller; Ramón Jordán (sobrenombre cristiano); Lope Iñíguez de Horozco (Orozco, término de Vizcaya); Pascual Rubio; Diego Sánchez del Obispo (apellido de filiación, o de cargo, servicio…); Suero de Benavides (entidad de León); Pedro Fernández el Vizcaíno; Lope Pérez Lechuga (probable mote); Ramiro de Calatañazor (villa de Soria); Rui Silvestre Espadero (apellido de oficio)…[44] Vemos aquí representados muchos de los tipos de apellidos españoles: patronímicos (Iñíguez, hijo de Íñigo) y de filiación en general (tal vez Del Obispo), toponímicos (De Benavides…) y gentilicios (el Vizcaíno), de oficio (Espadero) o de cargo (tal vez Canciller), apódicos (morales como Malo, físicos como quizás Rubio…), religiosos (Jordán)… Baeza, Malo[45], Jordán, Orozco, Rubio (que fue nombre de pila), Lechuga –muy abundante– y en menor medida Benavides son hoy apellidos bien representados en la provincia de Jaén. De hecho, Lechuga es un apellido fundamentalmente andaluz. Por su parte, Ordás es hoy significativamente recurrente en la provincia de León; Espadero, en la de Ciudad Real; y Obispo, en las de Palencia y Cuenca. He aquí, por tanto, algunos posibles orígenes de estos conquistadores. En cuanto a Canciller, es un apellido muy raro, presente hoy sobre todo en Vizcaya y puntualmente en las provincias de Cádiz, Badajoz, Sevilla… Finalmente, Calatañazor, no parece existir hoy en España como apellido.

Asimismo, en una carta plomada en que el rey Alfonso confirmaba el amojonamiento entre los términos de Trujillo, Toledo, y Talavera (1268), se menciona al alcalde «Martin Muñoz de Medelin» (Medellín, Badajoz), a «Enieto Garçia de Toledo» (Nieto), «Johan Ferrandes de Talavera», etc.[46] Muñoz significa hijo de Muño (nombre de origen prerromano). Por otra parte, el complemento «De Medellín» confirma la rapidez con que una población recién conquistada puede servir para apellidar a los, en alguna forma, oriundos de ella.

También en Extremadura, como en La Mancha, se cede gran parte del territorio a las órdenes militares (Santiago, Alcántara y el Templo), pero se organiza otras tres ciudades de realengo con sus tierras y aldeas: Cáceres, Trujillo y Badajoz. La mayoría de los repobladores del oeste peninsular eran leoneses y gallegos.

En 1236, Fernando III toma Córdoba, con una lucida hueste en la que destaca, entre otros, Álvar Pérez de Castro. Entre ese año y el siguiente restaura el obispado de la ciudad, que se integra en la provincia eclesiástica de Toledo. 1236 ve también repoblarse Úbeda (Jaén).

El linaje de Álvar, hijo de Pero (o Pedro) Fernández de Castro «el Castellano» –de ahí el apellido Pérez–, procedía de Castrojeriz (oeste de Burgos).

Así mismo, entre 1237 y 1238 se realiza el avance hacia Sevilla: los leoneses ocupan Santaella, Hornachuelos (Córdoba), Mirabel (Cáceres) y Zafra (Badajoz), y los castellanos Aguilar, Cabra (Córdoba), Osuna, Cazalla de la Sierra y Morón (Sevilla). También los portugueses progresan hacia el sur, y pasan a su dominio Ayamonte, Mértola, Tavira y Cancela (Sancho II, 1238-1239).

Entre los castellanos que destacaron en la campaña de Andalucía estuvo el toledano Diego Pérez de Vargas, apodado Machuca. Era hijo de Pero de Vargas. En cuanto a Vargas, aunque, entre otros topónimos, hay una población de este nombre en Puente Viesgo (Cantabria), en el propio Toledo hay un lugar llamado Bargas que al parecer fue solar del linaje. El sobrenombre bélico Machuca habría pasado a integrar el apellido de algunos descendientes de Diego (Vargas-Machuca). En cualquier caso, Machuca es hoy un apellido principalmente andaluz.

2) De la anexión de Murcia a la conquista de Cádiz (1243-1262)

En 1243, Castilla se anexiona el Reino de Murcia, que se hace tributario suyo. Lorca, Cartagena y Mula resisten hasta el año siguiente. Poco después, Muhammad I de Granada entrega Arjona (1244), que se repuebla, y Jaén (1246), ciudad a la que se traslada la sede episcopal de Baeza. Así mismo, Fernando III conquista las proximidades de Sevilla: Alcalá de Guadaira, Constantina, Lora y Alcalá del Río. En 1248, Sevilla se rinde; y en los dos años siguientes caen Jerez, Medina Sidonia, Rota (Cádiz), etc.

Uno de los nobles que sobresale en la conquista de Sevilla es Ramón Bonifaz, almirante de la flota de Castilla y santanderino al parecer, de origen burgalés (en el siglo XV, los Bonifaz [apellido patronímico] tenían casa fuerte en Lomana, Valle de Tobalina, Burgos). Así mismo, en el libro del repartimiento de Jerez de la Frontera (1266) se mencionan, por ejemplo, las «casas de Martin Peres d[‘] Andujar e ... de Johán Domingues de Burgos»[47]. Andújar es una ciudad de Jaén, aunque también hay una población homónima en el municipio de Santiago de Compostela (La Coruña).

Por su parte, Alfonso III de Portugal continúa la ocupación del Algarve (1248-1253) y, una década después, las conquistas del rey castellano son completadas por las de su hijo, Alfonso X, que ocupa Cádiz y el reino de Niebla (Huelva, 1262). El año siguiente se repuebla esta ciudad, Huelva y Gibraleón, y en 1263 se traslada a Cádiz la sede episcopal de Medina Sidonia, que había sido restaurada en 1261.

Así pues, entre 1222 y 1266 se incorporó a la Corona castellano-leonesa toda la Extremadura situada al sur del Tajo, la cuenca andaluza del Guadalquivir, incluidos sus sistemas montañosos (Sierra Morena y las cadenas sub-béticas), y el Reino de Murcia (1243). La sede episcopal de Cartagena (Murcia) se restaura el 1250.

Conquista de Andalucía, entre 1230 y 1344En la negociación de la entrega de la taifa murciana acompañó al infante Alfonso de Castilla, después décimo rey de su nombre, el gran Maestre de Santiago, el portugués Pelayo Pérez Correa (Paio Peres Correia, hijo de Pero Pais [Peláez] Correia). También en Portugal se usaba el patronímico pero, en relativo contraste con España, entre su nobleza no era tan raro complementarlo con un elemento apódico (Correa).

Así mismo, abandonada por los musulmanes, Córdoba –cuyo obispado se restaura (1236-1237)– empieza a poblarse lentamente por la escasez de inmigrantes. También Sevilla es abandonada por los vencidos (1248), su sede episcopal se restaura (1249) y se empieza a reconstruir la provincia eclesiástica de la Bética (en 1289, Sevilla alcanza la dignidad metropolitana). En 1252-1253, se reparte heredamientos en la ciudad a unos 4.000 vecinos, y bastantes donadíos. Se crea también barrios especiales para los mercaderes extranjeros (barrios de Génova y de Francos). Por otra parte, se cuida mucho la repoblación de la zona fronteriza con Portugal, o «banda gallega». La divisoria entre castellanos y portugueses se pone en Ayamonte (Huelva, 1240).

El número de los pobladores es siempre escaso. En Andalucía, en torno al 60 por ciento procede del Reino de Castilla, el 30 por ciento del de León y un 10 por ciento de otros reinos peninsulares y de países europeos. Paralelamente, se restaura las comunidades judías.

En el repartimiento de Sevilla figuran, entre otros muchos, «Lop Yenninguez de Furones» y Domingo Pérez de Segovia[48]. Parece que Furones era una población de Zamora, que no hay que confundir con Hurones (Burgos). «Yenninguez» debe de ser un error por «Yenniguez» (Íñiguez).

Por otro lado, en los siglos XIII y XIV prosigue en el norte de los reinos castellano-leoneses la formación de pueblas y villas nuevas dotadas de fueros, que atrae población de las zonas rurales cercanas. De hecho, la mayoría de las «polas» asturianas nacen entre 1252 y 1272 (Ribadesella, Villaviciosa, Gijón…) y se funda también poblaciones en Vizcaya y Guipúzcoa: Bermeo (1236), Orduña, Tolosa, Segura, Bilbao (1300), Ochandiano, Portugalete, Lequeitio, Elorrio, Guernica…

Hacia 1250 habrá además unas 1400 aldeas en la extremadura castellana, y unas 450 en la leonesa. Sin embargo, la colonización de la parte de las tierras de Segovia y Ávila situada en el Sistema Central y al sur de éste, en la transierra, no se consolidará hasta el último tercio del siglo XIII: Manzanares, Colmenar, Guadarrama, El Escorial, Collado, Robledo de Chavela (Madrid), El Espinar, Las Navas… Casi todo el territorio es de realengo, y apenas hay señoríos de nobles y eclesiásticos hasta el siglo XIV, momento en que se consolidan también los linajes de caballeros de las ciudades.

En un documento de 1117 en el que Domingo Petit, prior de Santa María de Segovia –tal vez de origen franco–, manda fundar una biblioteca en dicha iglesia, signan como testigos: «Gomez Enego» (Íñigo), «Sanz Veila» (Sancho Vela), «Garcia Belasco», «Acenar Gomiz» (Aznar), «Dominico Iohan» (Domingo Juan)…[49] Aparte de los nobles, la mayoría de la gente usaba, si hacía falta, un apellido simple, en su mayoría patronímico como hemos dicho.

b. De la estabilización de la frontera a la toma de Granada (1263-1492)

1) De la repoblación de Cádiz a la anexión de Sicilia (1262-1397)

La colonización de las tierras del río Guadalete, el bajo Guadalquivir y la costa atlántica no comienza hasta después de la revuelta e inmigración de los musulmanes andaluces entre 1264 y 1266. La mayoría de ellos emigran a Granada y el norte de África. Aunque Cádiz se puebla con cristianos, al parecer de las montañas de Santander, en 1262-1263, la principal ciudad de la zona era entonces Jerez, que tenía al menos 1.927 vecinos. El flujo migratorio cesará a partir de 1275-1285, debido a las dificultades políticas y militares –guerra civil castellana y ataques de los musulmanes meriníes en el valle del Guadalquivir– y el cambio de la tendencia demográfica.

Como un ejemplo más de la extensión de los apellidos castellano-leoneses por Andalucía, añadiremos que Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), tomada por Castilla en 1264, será dada a Alonso Pérez de Guzmán «el Bueno» en 1297. Aunque éste, hijo natural del Adelantado de Andalucía, nació en León, Guzmán es un pueblo de Burgos, del término de Pedrosa de Duero. Parece que el padre de Alonso, Pedro de Guzmán, era hijo del Señor de Vecilla (León) –Guillén (Pérez) de Guzmán–, quien a su vez lo habría sido del de Lara (Burgos) y Aguilar (Aguilar de Campoo, Palencia)[50].

Tras el fracaso de la citada rebelión, Jaime I de Aragón aprovecha las circunstancias para conquistar Villena, Elche, Orihuela (1265) y Murcia (1266), pero devuelve las plazas a Alfonso X.

No obstante, en un documento de 1266, por ejemplo, se lee que Jaime I concede unas casas en Murcia a Pericó, hijo de Ferrer Matoses, ciudadano de Valencia («Pericono filio Ferrarii Matasos civis Valenciae»)[51]. Ferrer es aquí nombre de pila.

El Tratado de Badajoz (1267) fija la frontera portuguesa con Castilla y León, salvo en la zona de Serpa y Moura.

A partir de la década de 1260, la frontera hispana con Alandalús se estabiliza bastante hasta el último cuarto del siglo XV. Las principales iniciativas repobladoras tendrán lugar en tierras de señorío, y el escenario bélico español empieza a extenderse a otros países del Mediterráneo. En Italia, Pedro III de Aragón ocupa Sicilia en 1282. Cinco años después, su hijo Alfonso III conquista en las Baleares la isla de Menorca –tributaria desde 1231–, que se repuebla con catalanes. Y, debido en buena parte a la lucha entre los reinos cristianos, sólo algunas conquistas merman la frontera del Reino de Granada: Tarifa en 1292; Bélmez en 1317 –ya en tiempos de Alfonso XI–; Tiscar (Jaén) en 1319; Olvera y Pruna en 1327; Teba en 1330; Alcalá la Real, Priego, Rute, Benamejí y Matrera, en 1341; y Algeciras en 1344, donde se erige una sede episcopal cuyo titular será el obispo de Cádiz y que durará hasta 1369.

En la célebre batalla del río Salado (Cádiz, 1340) que libró Tarifa del sitio de los moros benimerines, Juan Núñez de Lara, señor de Lara y de Vizcaya, y el infante Don Juan Manuel, dirigieron la caballera castellana. Juan era hijo de Juan (Núñez de Lara) «el Mozo», y Don Juan, nacido en Escalona (Toledo), era hijo del infante Don Manuel y nieto de Fernando III. Nótese que el apellido compuesto de ambos señores de Lara es el mismo, Núñez de Lara, y ya lo usaron así sus dos predecesores, desde Álvar Núñez († 1287), hijo de Nuño González. Es decir, vemos que, desde la segunda mitad del siglo XIII, al uso hereditario de la parte toponímica del apellido se va sumando entre los nobles la fijación de la patronímica, que va perdiendo su carácter vivo[52].

Por su parte, Dionís I de Portugal consigue las tierras de Riba Coa, al oeste de Ciudad Rodrigo, y Olivenza, Serpa y Moura (Tratado de Alcañices, 1297); y Jaime II de Aragón conquista en el Reino de Murcia Orihuela, Alicante, Elche y otras poblaciones (1296-1304), a las que acuden catalanes y aragoneses. En 1318, este mismo rey consigue que se cree la provincia eclesiástica de Zaragoza, separada de la tarraconense.

En el pleito-homenaje de la villa de Orihuela a Jaime II en 1296, figuran como concejales de la misma «Berenguer Morrelles et en Pere Miró», y como teniente del concejal ausente «Exemen Enegis», «Jacme Cabdebou». Así mismo, entre los representantes del municipio constan «Bertholomeu de Togores», «N[‘]enego Lopis, en Pere Rossell, en Perico Rossell fill seu, en Berenguer de Liminiana, en Bernat Adalill, en Ferrando Marrades, alcait…»[53]. Parece que el apellido Morrelles existía aún hasta hace poco en Soses (Lérida). Miró es un patronímico catalán de origen germánico, probablemente visigodo. «Enegis», una catalanización de *Enéguiz, Eñéguiz o Íniguez (variantes de Íñiguez, que es un patronímico significativamente recurrente en La Rioja). Capdebou no parece existir ya en España, pero procede de una alcuña catalana (cabeza de buey o de toro)[54]. Togores es una entidad del término de Sabadell (Barcelona). Lopis, una catalanización de López, apellido que debió de llegar en este caso del Reino de Aragón… Fijémonos en que aparecen también un Pere Rossell –diminutivo de Ros, rubio en catalán– y su hijo Pericó, apellidado como su padre. Es una muestra de cómo el apellido, lentamente, se va haciendo hereditario en toda la sociedad. Para diferenciar tal vez al padre del hijo, a éste se le conoce por un diminutivo de Pere (Pedro).

Sin embargo, terminada la Reconquista para aragoneses y catalanes, a principios del siglo XIV, los guerreros de la Corona de Aragón pelean sobre todo en Asia Menor, contratados por el emperador bizantino (1303-1305), y en Italia, donde conquistan Cerdeña (1323-1326)[55] e intentan ocupar Córcega. En 1397, Sicilia, que estaba en manos de una rama menor de la casa real aragonesa, se incorpora directamente a la monarquía[56].

Mientras tanto, en Portugal, en 1393 se crea la provincia metropolitana de Lisboa, la mayoría de cuyas sedes episcopales pertenecían hasta entonces a la provincia de Santiago. A cambio, ésta recibirá de la provincia de Braga los obispados gallegos y el de Astorga (León).

2) De la conquista de las Canarias a la rendición de Granada (1402-1492)

Ya en el siglo XV, fuera de la Península Ibérica, bajo Enrique III de Castilla y León se toma Tetuán (Marruecos, 1400) y en el Reino de Granada, Setenil y Zahara (Cádiz, 1407) y Antequera (Málaga, 1410). Así mismo, en el noroeste de África empieza la conquista de las Islas Canarias: Lanzarote en 1402 y Fuerteventura entre 1404 y 1408. En el siglo anterior, las islas habían recibido ya expediciones de portugueses, genoveses, mallorquines, vizcaínos… y se había creado el obispado de Telde en la Gran Canaria (1351). La diócesis se consolida en 1406, cuando se funda el obispado de San Marcial de Rubicón (Lanzarote).

A la dirección de la conquista de las Islas Afortunadas por el caballero normando Jean de Béthencourt se debe la extensión por ellas de este apellido (Betancor, Béthencourt…). Es en el siglo XV cuando se consolida el carácter hereditario de la mayoría de los apellidos.

En 1415, Juan I de Portugal conquista Ceuta en el norte de África y, en el Océano Atlántico, su hijo Enrique el Navegante coloniza Madeira (1425-1439) y conquista y puebla las Islas Azores (1427-1449). Entre 1445 y 1499, Castilla completa la sumisión de las Islas Canarias: El Hierro (1445), Gran Canaria (1478-1480), La Palma (1492-1493) y Tenerife (1494-1499). En 1485, la sede episcopal de las islas se traslada de San Marcial a Las Palmas de Gran Canaria.

Hacia 1525, sólo un cuarto de la población de las Afortunadas era aún indígena pura (guanche)[57], y estaba bastante integrada culturalmente. El resto procedían de la emigración de castellanos, andaluces, gallegos y portugueses, y mercaderes y marinos vascos, «burgaleses», catalanes y genoveses. También había algunos esclavos negros (guineos) y musulmanes.

Una parte de los guanches pactó con los españoles y aun les ayudó en la conquista. La mayoría de los que sobrevivieron a ella se bautizaron y tomaron los apellidos de sus padrinos. En los Acuerdos del Cabildo de Tenerife de 1497, aparece como gobernador Alonso (Fernández) de Lugo –ciudad gallega–, quien nació probablemente en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz); como teniente suyo, «Fernando» (o Hernando) «de Trosillo» (Trujillo, en Cáceres); y como su alcalde, «Francisco Gorvalán» (Corbalán, en Teruel). Formaban entonces el cabildo seis regidores y dos jurados. Los primeros eran éstos: «Gerónymo de Valdés» (municipio asturiano), quien era de Sevilla[58]; «Lope Fernandes» (Fernández de la [Reguera y] Guerra); «Cristóval de Valdespyno» (tres poblaciones en León y sendas en Zamora, Salamanca y Madrid); «Pero Mexía» (Mejía, antropónimo antiguo, variante tal vez de Macías); Guillén Castellano, conquistador guanche; y Pero (o Pedro) Benítez, sobrino de Don Alonso. En cuanto a los jurados, eran Francisco de Albornoz (antigua población de Cuenca) y «Juan de Badajós» (Badajoz). Así mismo, se menciona en dichos acuerdos a Alonso de las Hijas (¿entidad de Puente Viesgo, Cantabria?); Fernando de Llerena (ciudad de Badajoz), quien era guanche; Juan Delgado, conquistador guanche; y el escribano público Alonso de la Fuente (entidades en el norte de España, Castilla y León, Extremadura, Andalucía…)[59]. Fuera de las Canarias, en la Península Corbalán parece hoy un apellido significativamente recurrente en Murcia (la variante Gorbalán, muy rara, sólo existe en Vizcaya); Valdespino, en Valladolid; Albornoz en Córdoba; De las Hijas, en Toledo… Puede que este último apellido sea una alteración de Hijes, que es una villa de Guadalajara. En cuanto a los nombres guanches, algunos aún perduran como apellidos: Bencomo –nombre del rey de Taoro (Tenerife) hasta 1496–, Baute o Ibaute, Chinea, Oramas, etc.

Reinando en Castilla Enrique IV, caen Jimena de la Frontera (Cádiz, 1456), Gibraltar y Archidona (Málaga, 1462), y Portugal conquista Tánger (Marruecos, 1471). Finalmente, entre 1482 y 1492, bajo el cetro de los Reyes Católicos Fernando V de Aragón e Isabel I de Castilla, cae el reino nazarí de Granada, último estado musulmán de la Península Ibérica: en 1482, Alhama de Granada es conquistada por el Conde de Arcos, Rodrigo Ponce de León (hijo de Juan Ponce de León). Tres años después se toma Cártama y Conín, Ronda y su serranía (Málaga), y Cambil y Alhabar (Jaén). En 1486, los Reyes Católicos ocupan la vega de Granada: Loja, Illora, Moclín, Montefrío y Colomera. El año siguiente, Vélez Málaga y la propia Málaga, cuya sede episcopal se restaura de modo definitivo. En 1488 se toma posesión de Vera, Mojácar, el Valle del Almanzora, la Sierra de los Filabres, Vélez Blanco y Vélez Rubio (Almería). Un año más tarde se entra en Baza, Guadix y Almería. Y por último, en 1492, se rinde Granada, donde se restaura el obispado de Ilíberis con rango metropolitano. Ese año se concede también esta dignidad a la sede de Valencia, se descubre América y se expulsa a los judíos españoles.

En el sitio de Baza (Granada) se distinguió Rodrigo de Mendoza, hijo del gran cardenal Pedro González de Mendoza. Aunque éste era natural de Guadalajara, en cuya zona tenía el linaje su principal feudo, la procedencia última del mismo era Mendoza, población alavesa.

Entre 1485 y 1500 entrarán en el reino granadino unos 40.000 pobladores cristianos, oriundos sobre todo de Andalucía.

En 1491, por ejemplo, figuran en el padrón de Loja (Granada) Diego de Alcántara y su mujer Elvira Fernández, llegados de Lucena (Córdoba). Al parecer, Diego era suegro de Diego de Melguizo y de Rodrigo de Barahona (entidad del municipio de Riaza, en Segovia, o Baraona, en Segovia también)[60]. Melguizo significa mellizo en algunas zonas de Aragón, La Mancha y Andalucía, lo cual nos da una pista del recorrido que pudo seguir el apellido, en todo o en parte, hasta llegar a Loja. En cuanto a Alcántara, hay sendas poblaciones de este nombre en Cáceres, Valencia, Cádiz, Málaga y Murcia.

Muchos moros de la zona emigrarán al Magreb.

Conclusión

Hemos visto que el avance hacia el sur durante la Reconquista de los cristianos de los distintos reinos y condados españoles conllevó la expansión simultánea de sus nombres y sistemas cognominativos: patronímicos, apodos, toponímicos, compuestos…

          Además de por sus respectivas regiones de origen, los apellidos gallegos, asturianos y leoneses se extendieron principalmente por los territorios conquistados por el Reino de León –Extremadura–, Andalucía occidental y –sobre todos los gallegos– las Islas Canarias.

          Los apellidos cántabros –montañeses–, castellanos viejos, vascos y riojanos, y parte de los asturianos, se difundieron esencialmente por ambas Castillas (Vieja y Nueva), La Rioja, parte de Aragón, La Mancha, el Reino de Murcia, Extremadura, Andalucía Oriental y las Canarias.

          Así mismo, una parte significativa de los apellidos vascos pasó también a Navarra y, a través de Aragón, al Reino de Valencia. También los apellidos navarros se propagaron en gran medida a estas últimas zonas y, a través de Castilla, a Extremadura, La Mancha y Andalucía.

          Por su parte, los apellidos aragoneses se extendieron también, principalmente, a Castilla la Nueva, La Mancha, el Reino de Valencia, parte de Cataluña y las Islas Baleares, y Andalucía oriental.

          Finalmente, los apellidos catalanes pasaron, básicamente, a las áreas reconquistadas por sus portadores y a otras limítrofes: parte de la Ribagorza, zonas fronterizas del este de Aragón, el Reino de Valencia, las Baleares y parte de Murcia, y de ahí al este de Andalucía y las Islas Afortunadas.

          Por supuesto, también surgieron nuevos apellidos basados en la toponimia de las nuevas zonas reconquistadas: Castilla la Nueva, La Mancha, Valencia, Extremadura, Murcia, Andalucía…

Desde su aparición en el siglo IX, empezando por la nobleza y sobre todo por el patronímico, el apellido fue ganando terreno conforme se desarrollaban los reinos cristianos. En el siglo siguiente, a veces se le añadió, sobre todo entre los nobles, un complemento toponímico que aludía a su lugar de origen o su jurisdicción. Sin embargo, el apellido no era aún hereditario y hasta cambiaba con facilidad. Sólo en el siglo XII, para confirmar el linaje, se va haciendo estable entre los nobles –especialmente el toponímico–, y habrá que esperar una centuria más para que se consolide y comienze a ser claramente hereditario también en el estado llano. Es un proceso muy lento, que se reafirma en el siglo XV y sobre todo en el XVI.

Así pues, aunque luego ha habido otras migraciones en la Península Ibérica –como las consiguientes a la expulsión de los moriscos de las Alpujarras (Granada) en el XVI, y de toda España en el siguiente siglo–, durante la Reconquista se puso las bases de la distribución peninsular del apellido español. Tal vez un día podamos analizar también, desde el punto de vista onomástico, las migraciones internas españolas de las edades moderna y contemporánea. Espero que el mapa trazado en estas páginas, «protohistoria» de la mayor parte de la genealogía hispana, permita entender y rehacer mejor linajes particulares, desde el día de hoy hasta allí donde se pierdan en la historia comunitaria.

 

 

 

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[1] Omito los de judíos y musulmanes, por ser temas que, al menos de momento, no puedo tratar. En este trabajo, las frases que se refieren a los apellidos van en color gris, en párrafo aparte –salvo a veces en la sección I– con una sangría por la izquierda.

[2] Ver Faure, Roberto; Ribes, M. Asunción; y García, Antonio: Diccionario de apellidos españoles, Espasa-Calpe, Madrid, 2001.

[3] Ver Cabeza Quiles, Fernando: Os nomes de lugar, p. 113, Edicions Xerais de Galicia, Vigo, 1992.

[4] Ver Granville Price (dir.): Enciclopedia de las lenguas de Europa, p. 510, Edit. Gredos, Madrid, 2001.

[5] Ver Faure, Roberto; y otros: o.c.

[6] Ver Riu Riu, Manuel: Edad Media (711-1500), Espasa-Calpe, Madrid, 1989. Y para los principales datos sobre las conquistas y repoblaciones, ver Martínez Ruiz, Enrique; y Maqueda, Consuelo (coords.): Atlas Histórico de España I, Ediciones Istmo, Tres Cantos (Madrid), 2000.

[7] Cop.  a) del Archivo Histórico Nacional, Docs. de Lugo 387, en: Floriano Cumbreño, Antonio C.: Diplomática española del período astur, Estudio de las fuentes documentales del Reino de Asturias (718-910), I. «Cartulario crítico, Primera parte (desde Pelayo a Ordoño I)», p. 44, Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 1949.

[8] García Larragueta, Santos: Colección de documentos de la Catedral de Oviedo, p. 4, Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 1962.

[9] Cf. Moll, Francesc de Borja: Els llinatges catalans (Catalunya, País Valencià, Illes Balears), pp. 22 s., Edit. Moll, Mallorca-Barcelona, 1982.

[10] Guifré en catalán (del germánico Giffrid). Cf. los apellidos Gifre y Gifreu.

[11] El nombre del primer conde, Oriol (Aureolo), es hoy apellido catalán.

[12] Ver Floriano Cumbreño, Antonio C.: o.c., I, n.º 31, pp. 159-60 –disponible en http://clio.rediris.es/fichas/mede_rpi.htm– y una transcripción al castellano del fuero en http://vacarizu.com/Cuadernos/Cuaderno_10/Los_foramontanos.htm.

[13] ¿Error por caballarius, caballero?

[14] Ver Godoy Alcántara, José: Ensayo histórico etimológico filológico sobre los Apellidos castellanos, p. 76, Imprenta de M. Rivadeneyra, Madrid, 1871.

[15] Font Rius, José M.ª: Cartas de población y franquicia de Cataluña, «I. Textos», p. 9, Madrid-Barcelona, 1969.

[16] Repoblada por el conde Vimara Pérez o Peres.

[17] Ver Muñoz Romero, Tomás: Colección de fueros municipales y cartas pueblas de los reinos de Castilla, León, Corona de Aragón y Navarra, Madrid, 1847, citado en Díez Melcón, Gonzalo: Apellidos castellano-leoneses (siglos XI-XIII, ambos inclusive), Universidad de Granada, Monachil, 1957; y el citado fuero en Manuel Rodríguez, M. de: Memorias de San Fernando, pp. 523-524, recogido en http://www.ih.csic.es/departamentos/medieval/fmh/melgar.htm.

[18] Godoy Alcántara, José: o.c., p. 77.

[19] Fol. 183 del becerro. Citado en Godoy Alcántara, José: o.c., p. 249.

[20] Ver Faure, Roberto; y otros: o.c.

[21] Cf. Ruiz Agulló, Ricardo; y cols.: Nomenclátor comercial Pueblos de España, 15.ª edic., Madrid, 1997.

[22] Balari Jovany, José: Orígenes históricos de Cataluña, vol. 2, pp. 337 y 356 2. edic., Sant Cugat del Valls (Barcelona), 1964.

[23] Que puede ser una variante de Folquet, diminutivo del antropónimo Folc, o tal vez significar helechal.

[24] Ver Serrano, OSB, Luciano: Cartulario de San Millán de la Cogolla, Madrid, 1930, citado en Díez Melcón, Gonzalo: o.c.

[25] Ver Serrano, OSB, Luciano: o.c., citado en Díez Melcón, Gonzalo: o.c.

[26] Cerca probablemente de Cardeñosa de Volpejera y Villaverde de Volpejera (Villamuera de la Cueza), en Palencia.

[27] Font Rius, José M.ª: o.c., p. 64. Cf. http://www.weblandia.com/castillos/toponimia.htm.

[28] Godoy Alcántara, José: o.c., p. 91.

[29] Godoy Alcántara, José : o.c., p. 123.

[30] Lacarra, José M.ª: Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del Valle del Ebro (Primera serie), p. 36, Zaragoza, 1946.

[31] Cf. Gascón Sánchez, J. Antonio: «En torno a Santiago Ramón y Cajal», en Serrablo, n.º 88, 1993, disponible en http://www.serrablo.org/revista/s88/s88a7.html.

[32] Balari Jovany, José: o.c., p. 331.

[33] Balari Jovany, José : o.c., p. 344.

[34] En Leiva (La Rioja) había una ermita de San Antín.

[35] Archivo Histórico, Orden de Santiago, Hospital de Cuenca, caja 99, núm. 5. Citado en Menéndez Pidal, Ramón: Documentos lingüísticos de España, «I. Reino de Castilla», doc. 308, p. 417, Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1919. Las cursivas indican que son letras reconstruidas sobre las abreviaturas del original.

[36] Ponce era hijo del Conde de Ampurias Hugo III, de donde su apellido Hug(o).

[37] Ver Álamo, Juan del: Colección Diplomática de Oña, 2 vols., Madrid, 1950, citado en Díez Melcón, Gonzalo: o.c.; y Troyano Biedma, José Manuel: La villa de Bedmar en la frontera de Mágima (1077-1466), en Sumuntún: Revista de Estudios sobre Sierra Mágima, vol. 15 (2001), pp. 59-74 (ver http://www.cismamagina.es/pdf/15-04.pdf). Cf. También http://www.saudar.com/Art4.htm.

[38] Ulloa y Golfín, Pedro: Fueros y privilegios de Cáceres, fol. 164, Madrid, 1679. Citado en Lumbreras Valiente, Pedro: Los fueros municipales de Cáceres. Su derecho público, p. 287, Cáceres, 1974.

[39] En Huici Miranda, Ambrosio: Colección diplomática de Jaime I, el Conquistador, años 1217 a 1253, t. I, p. 153, Valencia, 1916.

[40] Parece que uno de sus descendientes, Fernando Fernández de Pina, fue embajador de Aragón en Portugal en 1280.

[41] En Huici Miranda, Ambrosio: o.c., t. I, VI.

[42] El apellido Monroig es recurrente, además de en la provincia de Barcelona, en la de Castellón. También está presente en la de Valencia.

[43] Ver http://www.familysearch.org/Eng/Search/frameset_search.asp.

[44] Cf. «Los primeros castellanos en Andalucía», en http://www.darrax.com/, 10 + Leídos; y http://www.andalucia.cc/habis/repart_ubedabaeza.htm.

[45] Este apellido es significativamente recurrente en Huesca, Navarra, Zaragoza y La Rioja, y está presente también en otras provincias entre éstas y Jaén, como Cuenca.

[46] Sánchez Rubio, M.ª de los Ángeles: Documentación medieval, Archivo Municipal de Trujillo (1256-1516), Parte I p. 25, Institución Cultural «El Brocense», Salamanca, 1992.

[47] González Jiménez, Manuel; González Gómez, Antonio: El libro del repartimiento de Jerez de la Frontera, p. 8. Instituto de Estudios Gaditanos, Cádiz, 1980.

[48] Cf., respectivamente, Martínez, Pascual: La tierra de campos Occidental, p. 502, citado en «El apellido Lobo» –disponible en http://sauce.pntic.mec.es/~jdelamo/famsigxviii.htm–, y la página del apellido Segovia de http://www.geocities.com/Heartland/7399/segovia.htm.

[49] Villar García, Luis: Documentación medieval de la Catedral de Segovia (1115-1300), pp. 48s., Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 1990.

[50] Ver http://usuarios.lycos.es/extremaduragenweb/pafg217.htm.

[51] «Matasos» es un error por Matosas. Archivo de la Corona de Aragón, reg. 15, fol. 7v, en: Torres Fontes, Juan: «Documentos del Siglo XIII», p. 25, en: Colección de documentos para la historia del Reino de Murcia, II. Academia Alfonso X el Sabio, Nogués-Murcia, 1969.

[52] Ver Salazar y Acha, Jaime de: Génesis y evolución histórica del apellido en España, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Madrid, 1991. Hay un resumen en línea, parte en francés y parte en español, en http://wwwusers.imaginet.fr/~hmartin/genese.htm.

[53] A.M., Orihuela, Libro de Privilegios y Reales Mercedes, Artmm. XVII, 2588, ff. 15r-16r, cartulario de finales del siglo XV. Citado en Estal, Juann Manuel del: Corpus documental del Reino de MMurcia bajo la soberanía de Aragón (1296-1304/5), Primera Parte, doc. 18, p. 130, Instituto de Estudios “Juan Gil Albert”, Alicante, 1985.

[54] A no ser, aunque parece difícil, que fuera una deformación de Cap de Bol, cabo del municipio de Port de la Selva (Gerona).

[55] Durante una revuelta de la isla, en 1354 la armada catalano-aragonesa conquista Alghero, que será poblada por catalanes. Todavía hoy se habla catalán en la población.

[56] Unos años antes, en 1391, tuvieron lugar en parte de España las matanzas de judíos que forzaron la conversión al cristianismo de muchas decenas de miles de personas.

[57] La lengua guanche, extinta desde hace siglos, se suele relacionar con el grupo líbico-bereber. Al principio, la palabra guanche designaba sólo a los habitantes de Tenerife.

[58] Era Valdés hermano de Andrés Xuárez Gallinato, hijos ambos del ex gobernador de Gran Canaria, Pedro del Aljaba, y de Leonor Suárez (o Xuárez) de Fonseca. Parece que Aljaba, apellido que ya no existe en España, es o era una entidad de Huelva. Alonso Fernández de Lugo, cuyos padres y abuelos eran sevillanos, era cuñado de Leonor. Cf. http://80.81.104.134/2003-06-29/criterios/criterios9.htm.

[59] Serra Ràfols, Elías, y cols.: «Acuerdos del Cabildo de Tenerife», 1497-1507, pp. 1-3. En: Fontes Rerum Canariarum, IV; La Laguna, 1949.

[60] Padrón áureo, f. 161, según http://www.villanuevamesia.com/historia.htm.

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